domingo, 23 de diciembre de 2012

Dejando a Dios nacer


Dejando a Dios nacer

Esta época del año a muchos nos encanta.  En México celebramos las “felices fiestas” con comida de todo tipo: tamales, carnes asadas, ponche, buñuelitos; además de los famosos recalentados y el sin fin de postres y pasteles que nuestros amigos y familia nos convidan.  Por si fuera poco, recibimos bonitos regalos y a ¿Quién no le gusta recibir regalos?

Sin embargo, todo lo bonito de disfrutar las comidas, la oportunidad de disfrutar las reuniones con nuestra familia y amigos, las desveladas y las anécdotas que siempre nos hacen reír, son de esencia adicional y secundaria a algo todavía mucho mejor: Dios se hace hombre para vivir entre nosotros.  O sea, ¿eso qué querrá decir?

Dios en su infinito amor por la humanidad, se encarna para estar entre nosotros.  No para irlo a buscar en algún lado, ni sentir que cuando rezamos El se encuentra en un lugar muy lejos al nuestro.  Se hace humano para que lo invitemos a vivir dentro de nosotros, en nuestros corazones y que su vida y estancia en nuestro interior se traduzca en obras de amor hacia los demás, en una vida de provecho y llena de bendiciones.

Dios ha querido manifestarse en nuestra propia naturaleza, la humanidad.  Tal es su amor y misericordia por su Creación, que nos dice: “Aquí me tienen”.  Ahora la pelota cae en nuestra cancha.  Ahora El necesita el paso de nuestra parte y es que lo dejemos nacer.  ¿Pero que se lo impide?  Nuestro egoísmo, nuestra falta de amor por los demás, nuestra falta de humildad, nuestra ignorancia y falta de entendimiento, nuestra incapacidad por perdonar las faltas de los demás en nuestras vidas.

Es bonito prepararse para la Navidad poniendo pinos y nacimientos, decorando nuestros hogares y oficinas, buscando regalos para los demás y organizando posadas y reuniones; pero es más bonito y duradero en espíritu el prepararse para alojar al Niño Dios en nuestros corazones.  Que ésta fiesta sea solo el comienzo de una relación continua con nuestro Creador y no algo que pasando la temporada desgraciadamente termine.

Feliz Navidad a Tod@s!
 
 

lunes, 8 de octubre de 2012

Sacerdote Griego Ortodoxo Nominado al Premio Nobel de la Paz


Sacerdote Griego Ortodoxo Nominado al Premio Nobel de la Paz
por Nikos Pitsiakides 

De entre las grandes personalidades de todo el mundo, se encuentra nominado al Premio Nobel de la Paz un sacerdote ortodoxo conocido como el “santo” de los prisioneros.
El Padre Gervasios de Salónica ha dedicado su vida a ofrecer asistencia a los prisioneros necesitados.  Los últimos 35 años, ha contribuido a la liberación de 15,200 prisioneros originarios de más de 90 países, ¡habiendo recolectado mas de 4’100,000 de euros! 
Personalidades del arte y muchos científicos de los cinco continentes han sugerido al Archimandrita Gervasios Raptopoulos como candidato al Premio Nobel de la Paz otorgado por la Academia Noruega.  La cuenta regresiva para los premios ha comenzado, tomando lugar su anunciamiento el día 12 de octubre a las 11:00 am.
 El ministerio para la liberación de prisioneros indigentes del Padre Gervasios, “Hosia Xeni”, ha hecho una gran contribución durante 35 años; ayudando a las personas detenidas por ofensas menores a obtener su libertad en aquellos casos en que no pueden cubrir el pago de una sentencia bajo fianza.
 Pero no sólo eso.
 “Ofrecen al detenido vestimenta, zapatos y limpieza, así como asistencia financiera para necesidades básicas en cuidados dentales y ortopédicos.  La asistencia a las familias de los prisioneros es muy variada.  Se otorga una ayuda mensual de 300 euros para los niños de aquellos prisioneros cumpliendo condenas en el exterior hasta completar sus estudios universitarios.  Contribuyen con los gastos de limpieza y de calefacción de las prisiones de nuestro país” dice el ministro democrático.
 El dinero pagado para la liberación de miles de prisioneros proviene de contribuciones voluntarias hechas por miles de filántropos y expatriados griegos.
 Traducción al español por Marcos.






viernes, 7 de septiembre de 2012

¿Por qué dejé el Papismo? - Obispo Pablo de Ballester Convallier - 8° y última parte

8.- En el seno de la ortodoxia

En segundo lugar, como mi salida de papismo se hizo más ampliamente conocida en los círculos eclesiásticos y recibió la respuesta más entusiasta en los círculos protestantes españoles y franceses, mi posición fue cada vez más precaria.

En la correspondencia que he recibido, las cartas anónimas amenazantes y abusivas eran abundantes. Ellos me acusan de que estaba creando una ola anti papista alrededor de mí y yo era el líder; que de mi ejemplo en la "apostasía", clérigos católicos "que estaban dogmáticamente enfermos" habían expresado públicamente un sentimiento de simpatía por mi caso.

Este hecho me obligó a salir de Barcelona, y me establecí en Madrid donde fuí buscado por los anglicanos y por ellos entré en contacto con el Consejo Mundial de Iglesias.

Ni siquiera allí logré pasar inadvertido. Después de cada sermón en diferentes iglesias anglicanas, un número cada vez mayor de oyentes tratado de conocerme y con confianza para discutir conmigo algunos de los temas eclesiásticos.

Por ello, sin querer, un círculo cada vez mayor de personas se comenzó a formar a mi alrededor, que eran muy anti- papistas. Esta situación me estaba exponiendo a las autoridades, porque en las reuniones confidenciales que había aceptado asistir a algunos clérigos católicos comenzaron a aparecer los que eran conocidos "por su falta y el debilitamiento de la fe con respecto a la primacía y la infalibilidad de la jerarquía de Mayor de Roma".

La venganza que algunos fanáticos papistas llevaban en contra de mi persona la ví expresarse plenamente y llegar a su cenit el día que me respondió públicamente a una tesis eclesiológica de control que había enviado a mí, como último paso para sacarme de la "trampa de la herejía" en que había caído. Este trabajo de carácter apologético tenía el título expresivo: El Papa, Vicario de Nuestro Señor en la Tierra. Y la consigna con la que terminaron los argumentos en el libro, fue la siguiente: "Debido a la infalibilidad del Papa, los católicos son hoy en día los únicos cristianos que sólo pueden estar seguros de lo que creen".

En las columnas de la reseña de un libro en portugués, me contestó: "La realidad es que debido a esta infalibilidad usted es el único del que los cristianos no podemos estar seguros acerca de lo que creerá mañana". Mi artículo terminaba con la frase siguiente: "Pronto, por el camino que andan, ustedes nombrarán a el Señor, vicario del Papa en el cielo".

Poco después publiqué en Buenos Aires mi estudio de tres volúmenes, que puso fin a las escaramuzas con los papistas. En ese estudio que había reunido todas las cláusulas en la literatura patrística de los primeros cuatro siglos, que, directa o indirectamente se refieren a las "cláusulas de primacía" (Mateo 16:18-19; Juan 21: 15-17, Lc 22: 31-32). He demostrado que las enseñanzas del Papa fueron absolutamente extrañas y contrarias a la interpretación dada por los padres sobre el tema. Y la interpretación de los Padres es exactamente el estado en que entendemos la Santa Biblia.

Durante ese período, a pesar de situaciones que nada tienen, por primera vez entré en contacto con la ortodoxia. Antes de continuar relatando los hechos, debo confesar aquí que mis ideas acerca de la Ortodoxia habían sufrido un importante desarrollo desde el comienzo de mi odisea espiritual. Tuve algunas discusiones sobre temas eclesiológicos con un grupo de ortodoxos de Polonia, que pasó por mi país, y la información que he recibido del Consejo Mundial de la existencia y la vida de los círculos ortodoxos en el oeste, me había causado un interés real. Además, empecé a leer diferentes libros rusos y griegos y revistas de Londres y Berlín, así como algunos de los libros que fueron proporcionados por el apreciado Archimandrita Benedicto Katsenavakis en Nápoles, Italia. Así pues, mi interés en la ortodoxia seguía creciendo.

Despacio, poco a poco, de esta manera empecé a perder mis prejuicios contra el interior de la Iglesia Ortodoxa. Estos sesgos presentaban a la Ortodoxia como cismática, sin vida espiritual, un grupo de drenaje de las iglesias pequeñas que no tienen las características de la verdadera Iglesia de Cristo. Y el cisma que “había tenido al diablo por padre y al orgullo del patriarca Focio por madre".

Así que cuando empecé a mantener correspondencia con un miembro respetado de la jerarquía ortodoxa en el oeste - cuyo nombre no creo que me autorice a publicar debido a mi criterio personal, basado en las informaciones originales - estaba así totalmente libre de todo prejuicio contra la ortodoxia y espiritualmente podía mirarla objetivamente. Pronto me di cuenta, e incluso con una agradable sorpresa, que mi postura negativa que había contra papismo se ajustaba completamente a la enseñanza eclesiológica de la Ortodoxia. El jerarca respetable, de acuerdo con esta coincidencia en sus cartas, se abstuvo de expresarse de manera más amplia, porque era consciente de que vivía en un ambiente protestante.

Los ortodoxos en Occidente no son en absoluto susceptibles de proselitismo. Sólo cuando nuestra correspondencia continuó suficiente, el obispo ortodoxo me enseñó a leer el libro excelente de Sergei Boulgakov titulado La ortodoxia, y el no menos excelente en la disertación por su profundidad bajo el mismo título por el Metropolita Serafín. Por el momento yo también había escrito específicamente para el Patriarcado Ecuménico.
 
En esos libros me encontré. No hubo ni siquiera un solo párrafo que no estaba por completo de acuerdo con mi conciencia. Tanto en estas obras como en otros que enviaron a mí con alentadoras cartas - ahora incluso de Grecia-- vi claramente cómo la enseñanza ortodoxa es profunda y puramente evangélica y que los ortodoxos son los únicos cristianos que creen como los cristianos de las catacumbas y como los Padres de la Iglesia de la Edad de Oro. Ellos son los únicos que pueden repetir con la santa patrística diciendo: "Creemos en lo que hemos recibido de los Apóstoles".

Ese período escribí dos libros, uno con el título El concepto de la Iglesia según los Padres de Occidente y el otro con el título Tu Dios, nuestro Dios y Dios. Estos libros se publicarán en América del Sur, pero no procedí a su liberación para no darle argumentos fáciles y peligrosos a la propaganda protestante.

Desde el lado ortodoxo me aconsejaron abandonar mi posición simplemente negativa contra papismo, y para dar forma a mi personal Fe o Credo, para poder juzgar en qué medida yo era de la Iglesia Anglicana, así como de los ortodoxos.

Fue un trabajo duro que he resumido con las siguientes frases: "Yo creo en todo lo que se incluye en los libros canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento, según la interpretación de la Tradición eclesiástica, a saber, los Concilios ecuménicos que fueron verdaderamente ecuménicos, y por la enseñanza unánime de los Santos Padres que la catolicidad reconoció como tales".

A partir de entonces empecé a comprender que la simpatía de los protestantes hacia mí se iba enfriando, a excepción de los anglicanos que se rigen por un apoyo significativo. Y es sólo ahora que el interés ortodoxo, a pesar de llegar tarde, como siempre, empezó a manifestarse y que me atraen a la ortodoxia como "posiblemente Catecúmeno".

Los esfuerzos de un profesor universitario polaco, a quien conocía, cimentaron mi convicción de que la ortodoxia es compatible con las verdades del cristianismo. Entendí que todos los cristianos de otras confesiones están obligados a sacrificar una parte importante de la fe para llegar a la pureza dogmática completa, y sólo para un cristiano ortodoxo no es tan necesario. Por sólo ahí vive y permanece el fondo del cristianismo y la verdad revelada sin alteraciones.

Por lo tanto, no hice más contra el catolicismo romano Todopoderoso ni contra la frescura que los protestantes mostraron en contra de mí. Había en el Oriente y dispersos en todo el mundo, 280 millones de cristianos que pertenecían a la Iglesia ortodoxa y con los que me sentía en la comunión de la fe.

La acusación de la momificación de la teología ortodoxa no tenía para mí ningún valor, porque yo había entendido que esta perseverancia fija y estable de la doctrina ortodoxa de la verdad no era piedra espiritual solidificada, sino un flujo eterno como la corriente de la cascada que parece permanecer siempre la misma y las aguas siempre cambian.

Lentamente, poco a poco, los ortodoxos empezaron a considerarme como uno de los suyos. "Nos dirigimos a este español acerca de la Ortodoxia", escribió un famoso Archimandrita, "no es proselitismo". Me di cuenta de que ya estaba dado a luz en el puerto de la ortodoxia, que fue finalmente respirar libremente en el seno de la Iglesia Madre. En este periodo fui finalmente Ortodoxo sin darme cuenta, y como los discípulos que caminaban hacia Emaús, cerca del divino Maestro, me di cuenta que había cubierto una estrecha franja a la ortodoxia, sin reconocer al final la verdad de manera concluyente.

Cuando se aseguró de esta realidad, me escribió una larga disertación sobre mi caso en la Iglesia Ortodoxa, el Arzobispo de Atenas a través del Diaconado Apostólico de la Iglesia de Grecia. Y al no tener más que ver con España - donde hoy no existe una comunidad ortodoxa - salí de mi país y me fui a Francia, donde solicité ser miembro de la Iglesia Ortodoxa, habiendo antes dejado pasar un poco más de tiempo para que el fruto de mi cambio madurara. Durante este período he profundizado mi conocimiento de la ortodoxia y el fortalecimiento de la relación con su jerarquía.

Cuando tomé plena confianza en mí, di el paso decisivo y fui recibido oficialmente en la verdadera Iglesia de Cristo como su miembro. He querido realizar este gran acontecimiento en Grecia, el país donde conocí la ortodoxia a donde vine a estudiar teología. El bendito Arzobispo de Atenas me recibió paternalmente. Su amor y el interés estaban más allá de mis expectativas. Debo decir lo mismo del entonces canciller de la sagrada Arquidiócesis y en la actualidad obispo Dionisio de Rogon que me mostró el amor paterno. Es innecesario añadir que en una atmósfera de amor y calor, el Santo Sínodo no tomó mucho tiempo para decidir mi aceptación canónica en el seno de la Iglesia Ortodoxa. Durante toda la noche de la ceremonia sagrada que fui honrado con el nombre del Apóstol de las Naciones, y después de que fui recibido como un monje en el monasterio de Santo Penteli. Poco después, fui tonsurado diácono por el santo obispo Rogon.

Desde entonces vivo en el amor, la compasión y la comprensión de la Iglesia griega y todos sus miembros. Le pido todas sus oraciones y su apoyo espiritual para que siempre pueda presentarme digno de la gracia que me fue dada por el Señor.

¿Por qué dejé el Papismo? - Obispo Pablo de Ballester Convallier - 7° Parte

7.- “Hace unos pocos siglos lo habrían quemado a Usted en las hogueras de la Santa Inquisición”

Según la opinión de la mayoría de ellos, yo era un hereje. Esto es lo que un obispo me escribió: "Hace unos pocos siglos, las ideas que tiene, habrían sido suficiente para llevarlo a los fuegos de la Santa Inquisición".

Sin embargo, a pesar de todo esto yo tenía la intención de permanecer en el monasterio y entregarme a la vida puramente espiritual, dejando la responsabilidad del engaño y su corrección a la jerarquía. Pero, ¿las cosas importantes de el alma podrían estar seguras en un camino de vida superficial, donde la arbitrariedad del Papa podría acumular nuevos dogmas y doctrinas falsas acerca de la vida piadosa de la Iglesia? Además, dado que la pureza de la enseñanza fue construido con falsedades sobre el Papa, ¿qué tranquilidad podría tener de que esta mancha no se extendiera a otras partes de la fe evangélica?

Por ello no es extraño que los hombres santos de la Iglesia Latina comenzaron a sonar la alarma diciendo cosas como: "¿Quién sabe si los medios de menor importancia de la salvación que nos inundan no puede hacernos olvidar nuestro único Salvador Jesús ...? Hoy en día nuestra vida espiritual se presenta como una multi-multi-rama y hojas de árbol, donde las almas no saben dónde está el tronco, y donde las raíces son quienes lo alimentan".

De tal manera que hemos decorado y sobrecargado nuestra religiosidad, de manera que el rostro de Aquel que es el enfoque de la cuestión" se ha perdido dentro de la "decoración". Estando convencido de que la vida espiritual en el seno de la Iglesia papal era exponerme a los peligros, terminé de dar el paso decisivo. Abandoné el monasterio y después de un tiempo, declaré que no pertenecía a la Iglesia latina. Algunos otros hasta entonces parecían dispuesto a seguir conmigo, pero en el último momento nadie resultó dispuesto a sacrificar de manera tan radical su posición dentro de la Iglesia, con el honor y la consideración de que disfrutaban.

De esta manera he abandonado la Iglesia latina, cuyo líder, olvidando que el Reino del Hijo de Dios "no es de este mundo" y que "aquel que es llamado al obispado no se llama a cualquier alto cargo o autoridad, sino a la diaconía de toda la Iglesia", sino que imitándolo pretenden en su orgullo ser como Dios, perdió la verdadera gloria "y" se sentó en el templo de Dios como Dios". Con razón Bernardo De Claraval escribió sobre el Papa: "No hay veneno más terrible para ti, una espada más peligrosa, que la sed de dominación y de la pasión". Al salir de papismo, seguí mi voz de la conciencia, que era la voz de Dios. Y esa voz me decía, "sal de ella ... porque no puedes participar de sus pecados y no puedes recibir de sus heridas".

¿Por qué dejé el Papismo? - Obispo Pablo de Ballester Convallier - 6° Parte

6.- La respuesta retadora de un jesuita

Me entregué casi por completo en mis estudios durante ese período, aprovechando las horas en que mi orden me permitía retirarme a mi celda, para pensar en otra cosa, mi gran problema. Durante meses, me gustaba estudiar la estructura y organización de la Iglesia primitiva, directamente de las fuentes apostólica y patrística. Sin embargo, todo este trabajo no se puede hacer totalmente en secreto. Parecía evidente que mi vida exterior se vio fuertemente afectada por esta gran preocupación que había abrumado todos mis intereses y minó todas mis fuerzas. Nunca perdí la oportunidad de investigar desde el exterior del monasterio, lo que podría contribuir a arrojar luz a mi problema. De esta manera empecé a discutir el tema con eclesiásticos conocidos en relación con la confianza que tenía en su franqueza y su corazón. De esta manera iba a recibir continuamente las impresiones y opiniones sobre el tema, que fueron para mí siempre interesantes y significativas.

Encontré a la mayoría de estos clérigos más fanáticos de lo que esperaba. A pesar de que eran plenamente conscientes de lo absurdo de la doctrina de la Papa, que junto con la idea de que "la petición para el Papa exige un consentimiento ciego de nuestros puntos de vista", y en la otra máxima por el fundador de los jesuitas: "que puede poseer la verdad y no caer en la falacia, se lo debemos a que siempre dependen del axioma básico e inmutable de que lo que vemos como blanco en realidad es negro, si eso es lo que la jerarquía de la Iglesia nos dice". Con este sesgo fantástico un sacerdote de la Compañía de Jesús me confió con el siguiente pensamiento:

"Lo que me dice reconozco que es más lógico y muy claro y cierto. Sin embargo, para los jesuitas, además de los habituales tres votos, le damos un cuarto durante el día de la tonsura. Este cuarto voto es más importante que el voto de la pureza, la obediencia y la pobreza. Es el voto de que estamos totalmente con el Papa. De esta manera, prefiero ir al infierno con el Papa que al paraíso con todas sus verdades".

¿Por qué dejé el Papismo? - Obispo Pablo de Ballester Convallier - 5° Parte

5.- El Papa es todo y la iglesia no es otra

Sin embargo, no se detuvo allí. Yo ya había empezado alejarme de mi Iglesia. Yo había tomado un camino que no se me permitía parar hasta encontrar una solución positiva. El drama de esos días era que yo me había alejado de papismo, pero no acudí a cualquier otra realidad eclesiástica. La ortodoxia y el protestantismo luego fueron para mí ideas vagas y no había llegado el momento y la oportunidad de comprobar que podían ofrecer algo para calmar mi agonía. A pesar de todo esto yo seguía amando a mi Iglesia que me hizo cristiano y le dio significado a mi vida. Todavía faltaba un pensamiento más profundo para llegar lentamente, con dificultad y dolor, a la conclusión de que la Iglesia que me gustaba no era parte del sistema papal.

En verdad, no contra la monocracia del Papa, la autoridad de la Iglesia y del cuerpo episcopal está intrínsecamente subordinada. Porque de acuerdo con la teología de América "la autoridad de la Iglesia sólo existe cuando se caracteriza y armoniza por el Papa. En todos los demás casos se anula". De esta manera es lo mismo si el Papa está con la Iglesia o el Papa sin la Iglesia, en otras palabras, el Papa lo es todo y la Iglesia no es nada. Muy acertadamente el Obispo Maren escribió, "Hubiera sido más preciso si los católicos cuando recitan el 'Credo' diría 'Y en un Papa", en lugar de "... Y en una Iglesia'».

La importancia y la función de los obispos en la Iglesia latina no son más que la de los representantes de la autoridad papal que se presentan como tales ante los fieles laicos. Este régimen que intentan mantener bajo el capítulo 22 del Evangelio de San Juan, que según la interpretación de América "ha confiado el Señor al apóstol Pedro, el primer Papa, el pastoreo de sus corderos y sus ovejas", es decir, otorga a él el trabajo de Príncipe de los pastores con los derechos exclusivos a todos los fieles, que son los corderos y todos los demás, los apóstoles y los obispos, a saber, las ovejas.

Sin embargo, los obispos en la Iglesia latina, ni siquiera son sucesores de los Apóstoles, porque como dogmatizan: "La autoridad apostólica faltaba a los Apóstoles y no fue transmitido a sus sucesores, los obispos. Sólo la autoridad papal de Pedro, es decir, los Papas". Los obispos de entonces, al no haber heredado cualquier autoridad apostólica, no tienen ninguna otra autoridad que la dada a ellos, no directamente de Dios, sino por el Sumo Pontífice de Roma.

Y los concilios ecuménicos tampoco tienen ningún otro valor que el dado a ellos por el obispo de Roma, "porque no puede ser otra cosa, excepto las conferencias del cristianismo, que se denominan en la autenticidad y la autoridad del Papa". Bastaría que el Papa saliera de la sala del Concilio diciendo: "Yo no estoy ahí nunca más", para detener desde ese momento en el Concilio Ecuménico de tener cualquier validez. Si no está autorizada y validada por el Papa, ¿que podría imponer su autoridad sobre los fieles?

¿Por qué dejé el Papismo? - Obispo Pablo de Ballester Convallier - 4° Parte

4.- La respuesta de mi confesor

Después de haber leído todos esos libros, me sentí como un extraño dentro de mi Iglesia, cuya composición orgánica no tiene relación con la Iglesia que el Señor construyó y organizaron los Apóstoles y sus discípulos, según lo previsto por los Santos Padres. Bajo esta creencia, escribí mi primera carta a mi superior: "He leído sus libros. No voy a contravenir las órdenes divinas para que pueda seguir las enseñanzas humanas que no tienen ninguna base en absoluto en la Santa Biblia. Estas enseñanzas son una locura del papismo. De las disposiciones de la Santa Biblia podemos comprender la naturaleza de la Iglesia y no por decisiones humanas y teorías. La verdad de la fe no nace, sino de la Santa Biblia y de la Tradición de la Iglesia entera".

La respuesta fue rápida: "No ha seguido mi consejo", se quejó de mi, "y así el alma expuesta a los efectos peligrosos de la Santa Biblia, que, como el fuego quema y ennegrece cuando no brilla. En tales situaciones, como la suya, los Papas han declarado que «es un error escandaloso hacer creer que todos los cristianos podrían leer la Santa Biblia, y los teólogos nos aseguran que la Santa Biblia" es una nube oscura "." Para los que creen en la iluminación y claridad de la Biblia como un dogma, heterodoxos, apelo de nuestros líderes infalibles. En cuanto a la tradición, no considero necesario recordar que todo debe seguir al Papa en cuestiones de fe. El Papa equivale, en este caso, a miles de Agustines, Jerónimos, Gregorios, Chrisóstomos ...".

Esta carta terminó por reforzar mi opinión, en lugar de demolerla. Era imposible para mí colocar la Sagrada Biblia por debajo de la Papa. Al atacar a la Santa Biblia, mi Iglesia estaba perdiendo toda creencia digna delante de mí, y me estaba convirtiendo en uno de los herejes que "de ser elegido pasó a estar en contra, por la Biblia". Este fue el último contacto que tuve con mi viejo confesor.

¿Por qué dejé el Papismo? - Obispo Pablo de Ballester Convallier - 3° Parte

3.- Lo absurdo de la enseñanza del Papa

Exactamente a continuación, en el ramo de artículos en los que sabiamente mi líder espiritual había reunido, la verdadera naturaleza de este sistema monárquico, conocida como la Iglesia de América, comenzó a desmoronarse. Supongo que un resumen de sus características, no sería superfluo.

En primer lugar, para los católicos, la Iglesia Cristiana "no es más que una monarquía absoluta", cuyo monarca es el Papa, que funciona en todas sus facetas como tal. En esta monarquía papal "todo el poder y la estabilidad de la Iglesia se encuentra en sus manos", ya que de otro modo "no habría sido posible". El cristianismo es apoyado completamente por el papismo. Y todavía un poco más, "papismo es el agente más importante de la cristiandad", es decir, "es su cenit y su esencia".

La autoridad monárquica del Papa como jefe supremo y la cabeza visible de la Iglesia, la piedra angular, maestro universal infalible de la fe, Representante (Vicario) de Dios en la tierra, pastor de pastores y Jerarca Supremo, es totalmente tiránico y dominante y abarca todas las enseñanzas y los derechos legales que tiene la Iglesia. El "Derecho divino" se extiende a todos e individualmente en cada hombre bautizado en todo el mundo entero. Esta autoridad dictatorial puede ejercerse en cualquier momento, por cualquier cosa y en cualquier cristiano en todo el mundo, ya sean laicos o religiosos, y, en cualquier iglesia de cualquier denominación y el idioma que sea, teniendo en cuenta el Papa es el obispo supremo de todas las diócesis en el mundo.

Las personas que se niegan a reconocer todo el poder y no se someten a ciegas son cismáticos, herejes, impíos, y sacrílegos, y sus almas ya están destinadas a la condenación eterna, porque es esencial para nuestra salvación, que creemos en la institución del papismo y someternos a sus representantes. De esta manera el Papa encarna al líder imaginario, profetizado por Cicerón, quien escribe que todos debemos reconocer que él es santo.

Siguiendo la enseñanza latina, "aceptar que el Papa tiene el derecho de intervenir y juzgar todas las cuestiones espirituales de todos y cada cristiano por separado, mucho más es lo que tiene derecho a hacer en los asuntos mundanos. No se puede limitar a juzgar sólo a través de penas espirituales, negando la salvación eterna a los que no se someten a él, sino que también tiene derecho a ejercer autoridad sobre los fieles. La Iglesia tiene dos cuchillos, símbolos del poder espiritual y mundano. La primera de ellas está en manos del clero, y el otro en manos de los Reyes y los soldados, aunque también están bajo la voluntad y el servicio del clero".

El Papa, sosteniendo que él es el representante de Cristo, cuyo "reino no es de este mundo", de aquel que prohibió a los Apóstoles imitar a los reyes del mundo, que "conquista las naciones", se designa a sí mismo como un rey terrenal, continuando así el imperialismo de Roma. En diferentes períodos en que, de hecho, se había convertido en señor de grandes extensiones, declaró sangrientas guerras contra otros reyes cristianos para adquirir extensiones de tierras, o incluso para satisfacer su sed de más riqueza y poder. Era dueño de un gran número de esclavos. Jugó un papel central y muchas veces un papel decisivo en la historia política. El deber de los señores cristianos es retirarse ante la cara "del rey por decreto divino" que le entrega su reino y su trono político-eclesiástico "que se creó para ennoblecer y dar cabida a todos los tronos del mundo". Hoy en día la capital del mundo, el Papa se limita a la Ciudad del Vaticano. Se trata de una nación autónoma, con las representaciones diplomáticas de los gobiernos de ambos hemisferios, con un ejército, armas, policía, cárceles, moneda, etc.

Y como corona y pico de la omnipotencia del Papa, tiene un privilegio más fiel que incluso el más innoble idólatra ni siquiera podía imaginar - el derecho divino infalible, según la regla dogmática del Concilio Vaticano, que tuvo lugar en 1870. Desde entonces la humanidad debe hacer frente a lo que le dirige al Señor:« Tú tienes palabras de vida eterna ". A partir de ahora no hay necesidad de el Espíritu Santo para guiar a la Iglesia "hacia toda verdad". No hay necesidad de más de la Santa Biblia, ni de la Sagrada Tradición, por ahora hay un dios en la tierra sobre la base de la infalibilidad.

El Papa es el único canon de la verdad, que incluso pueden expresar cosas contrarias a la sentencia de toda la Iglesia, declarar nuevos dogmas que los fieles deben aceptar si no quieren ser separados de su salvación. "Sólo depende de su voluntad y su intención de considerar lo que quiera, como sagrado y santo de la Iglesia" y las cartas decretales debe considerarse, que se cree y obedece "como las epístolas canónicas". Ya que es un Papa infalible, deberá recibir la obediencia ciega. El cardenal Roberto Belarmino, que fue declarado santo por la Iglesia latina, dice simplemente: "Si el Papa algún día impune pecados y prohibe las virtudes, tiene la obligación de la Iglesia de creer que estos pecados son buenos, y estas virtudes son malas".

¿Por qué dejé el Papismo? - Obispo Pablo de Ballester Convallier - 2° Parte

2.- Me dirijo a mi confesor.

Dentro de este trastorno psicológico fue que me dirigí a mi confesor e, ingenuamente, le describí la situación. Fue uno de los sacerdotes más famosos del monasterio. Me escuchó con tristeza, consciente de que se trataba de un problema muy difícil. Tras pensar durante unos minutos mientras buscaba en vano una solución aceptable, finalmente me dijo lo siguiente que confieso que no esperaba:

"La Biblia y los Padres han hecho daño, hijo mío. Hágalos a un lado y limítese a seguir las enseñanzas infalibles de la Iglesia y no sea víctima de esos pensamientos. No permita que las criaturas de Dios, quienquiera que sean, escandalicen su fe en Dios y la Iglesia ".

Esta respuesta se dio de forma muy explícita y aumentó la causa de mi confusión. Yo siempre sostuve que por encima de todo la palabra de Dios es la única cosa que uno no puede dejar de lado.

Sin darme tiempo para responder, mi confesor agregó: "A cambio, te daré una lista de autores destacados por sus obras para que tu Fe se relaje y te apoyes". Y me preguntó si había alguna otra cosa "más interesante" para pedir, dio por terminada nuestra conversación.

Unos días más tarde, mi confesor partió desde el monasterio a una gira de predicación por las iglesias de la orden monástica. Me dejó la lista de autores, recomendando que los leyera. Y me pidió que le informara de mi progreso en estas lecturas.

A pesar de que sus palabras no me convencieron en absoluto, recogí estos libros y empecé a leerlos con atención y lo más objetivamente posible.

La mayoría de los libros fueron textos teológicos y manuales de las decisiones del Papa, así como de los Concilios Ecuménicos. Me dediqué al estudio con verdadero interés, ya que sólo la Biblia es mi guía " Lámpara es a mis pies tu palabra ,y lumbrera a mi camino" (Salmo 118:105).

A medida que avanzaba en el estudio de los libros, me gustaba comprender más y más que yo no era consciente de la naturaleza de mi Iglesia. Habiendo sido criado y bautizado en el cristianismo, tan pronto como terminé mis estudios, continué con estudios de filosofía sólo al comienzo de los estudios teológicos. Consistía en una ciencia totalmente nueva para mí. Hasta entonces, el cristianismo y la Iglesia latina fue para mí una amalgama, algo absolutamente indivisible. Mi vida monástica se refería únicamente a su apariencia exterior y no se me dio ninguna razón para examinar en profundidad los fundamentos y las razones de la estructura orgánica de mi Iglesia.

¿Por qué dejé el Papismo? - Obispo Pablo de Ballester Convallier - 1° Parte


1.- Cómo empezó todo.

Mi conversión a la ortodoxia empezó un día mientras yo estaba reordenando el catálogo de la biblioteca del monasterio al que pertenecía.  Este monasterio perteneció a la orden franciscana, fundada en mi país, España.  Mientras estaba en la clasificación de diferentes artículos viejos sobre la Santa Inquisición , se me ocurrió venir a través de un artículo que fue realmente impresionante, que data de 1647. En este artículo se describe una decisión de la Santa Inquisición que anatematizado como hereje a cualquier cristiano que se atrevió a creer, aceptar o predicar a los demás que apoya la validez apostólica del Apóstol Pablo.

Fue este hallazgo horrible que mi mente no podía comprender. Pensé inmediatamente para calmar mi alma que tal vez se debió a un error tipográfico o debido a alguna falsificación, que no era poco común en la Iglesia de Occidente de la época en que fueron escritos los artículos. Sin embargo, mi conmoción y mi sorpresa fue mayor después de investigar y confirmar que la decisión de la Santa Inquisición que se refiere el artículo era auténtica. De hecho ya en dos ocasiones anteriores, a saber, en 1327 y 1331, los Papas Juan XXII y Clemente VI habían condenado y anatematizado cualquiera que se atrevió a negar que el apóstol Pablo durante toda su vida apostólica estaba totalmente subordinado a la autoridad monárquica eclesiásticos del primer Papa y rey de la Iglesia, a saber, el apóstol Pedro. Y mucho más tarde el Papa Pío X en 1907 y Benedicto XV en 1920, habían repetido la misma anatema y condenas.

Había, por tanto, que descartar cualquier posibilidad de que se debía a una cita incorrecta o falsificación. Así que me enfrenté a un grave problema de conciencia.

Personalmente, me era imposible aceptar que el apóstol Pablo se había conducido sin las órdenes del Papal. La independencia de su labor apostólica entre las naciones, contra lo que caracteriza la labor apostólica de Pedro entre los circuncidados, para mí fue un caso inquebrantable que gritó desde la Santa Biblia.

Era totalmente claro para mí que él era, como las obras exegéticas de los Padres sobre este tema no dejan la menor duda. "Pablo”, escribe San Juan Crisóstomo, "declara su igualdad con el resto de los apóstoles y se debe no sólo en comparación con los demás, pero con el primero de ellos, para demostrar que cada uno tenía la misma autoridad". En verdad, todos los Padres están de acuerdo en que "todo el resto de los apóstoles fueron los mismos, como Pedro, a saber, que fueron dotados con el mismo honor y la autoridad". Era imposible que cualquiera de ellos pudiera ejercer mayor autoridad sobre el resto, pues el título de apostólico que cada uno tenía era la "más alta autoridad, el culmen de las autoridades". Estaban todos los pastores, mientras que el rebaño era uno. Y el rebaño fue guiado por los apóstoles de conformidad por todos.

El asunto es muy claro. A pesar de ello, la enseñanza del latín estaba en contra de la situación. De esta manera, por primera vez en mi vida he experimentado un dilema terrible. ¿Qué podía decir? Por un lado estaba la Biblia y la Sagrada Tradición y en el otro lado de la enseñanza de la Iglesia? Según la teología latina es esencial para nuestra salvación, creer que la Iglesia es una monarquía pura, cuyo monarca es el Papa. De esta manera el sínodo del Vaticano, el voto conjunto de las condenas anteriores, declaró oficialmente que "si uno dice ... que Pedro (que se supone que es el primer Papa) no fue ordenado por Cristo como el líder de los Apóstoles y Cabeza visible de toda la Iglesia ... sea anatema.”

La Vida Burguesa y La Mentalidad Ortodoxa: La Importancia de los Profetas (2006)



Extracto del artículo escrito por P. Rafael (Matt Johnson) y traducido por Marcos. Título original: “Bourgeois Life and the Orthodox Mind: The Importance of the Prophets (2006)”

Él (profeta Amos), como todos los demás profetas, condenó severamente a aquellos seudo-religiosos pretenciosos de su tiempo, quienes pensaban ser justos mientras se comportaban como paganos.

Las instituciones del capitalismo burgués son incompatibles desde su raíz con la vida del Cristianismo Ortodoxo.

La esencia del “modernismo” entre la mitad de los conversos en América consiste en un secularismo básico: la reducción de las verdades de la Fe Ortodoxa al lema de “ser bueno” así como la marcada negación de permitir que las verdades de la fe penetren los recovecos más recónditos de nuestras vidas, salvo en las maneras más fáciles.

“Bondad” y “santidad” son dos cosas diferentes la una de la otra que en muchas vces entran en conflicto entre sí. San Juan Bautista, Jeremías y Elías fueron santos, mas no buenos según los estándares de la clase media tanto de aquél entonces como de la actual. Fueron personajes severos, críticos, condenatorios, violentos e intransigentes: anti-liberales en todos los grados. Fueron condenados por sus propias generaciones infieles y fueron exiliados, asesinados o de muchas maneras maltratados. Los Ortodoxos podríamos esperar otro tanto de eso, como el mismo Cristo lo promete.

El Antiguo Testamento es la base moral, social, política y económica del Cristianismo, mientras que el Nuevo Testamento se vuelca sobre la identificación de Cristo con el Padre y la construcción de la Iglesia en torno a dicha verdad. La misión de Cristo se basa en dicha identificación además de incluir ciertas dispensaciones específicas de la Ley Antigua sin que esto sea un rechazo completo (incluyendo por supuesto, los 10 mandamientos). El firme conocimiento del Antiguo Testamento es absolutamente necesario para entender a Cristo.

Uno de los motivos por el cual los semi-conversos rechazan leer el Antiguo Testamento es que los profetas, quienes serían verdaderos modelos de masculinidad ortodoxa para nuestros tiempos modernos, difieren en todo modo concebible con la vida burguesa actual. Aquellos hombres fueron revolucionarios y nunca aceptaron ningún trato entre Baalismo y Yahvismo. Claro está, las ideas detrás de los ritos de fertilidad del Baalismo son idénticas a las que se encuentran detrás la modernidad y todas sus instituciones.

En otras palabras, los modernistas no pueden aceptar el Antiguo Testamento sin rechazar su propio estilo de vida.

Los profetas fueron todo aquello que la clase moderna actualmente condena. Fueron solitarios, intransigentes en su retórica, descuidados en cuanto a su propia seguridad, sin preocupación alguna por su prestigio financiero o social; en una sola palabra, “irracionales” según los estándares Baalistas y modernos. Mientras que muchos pseudo-Ortodoxos se dan por satisfechos siendo “buenos” y definiéndose únicamente en términos negativos (no somos asesinos, falsificadores, contrabandistas, abusadores infantiles y por lo tanto somos “buenos”) los verdaderos Ortodoxos luchan por alcanzar la santidad.

Los verdaderos Ortodoxos, sin embargo, deben luchar para alcanzar esa santidad, y para llegar a ese punto debemos siempre tener en mente el ejemplo inspirador de los profetas, huyendo de la clase media y su ideología, luchando en ascetismo según nuestras fuerzas lo permitan.

Las instituciones del baalismo son perenne en cuanto a que representan la naturaleza en su forma más baja, una serie de fuerzas “ciegas” a ser manipuladas por el individuo para su lucro personal. Esta es la base de la economía y la ciencia modernas. A medida que Israel y las sociedades modernas pasaron a ser comunidades bien establecidas y ricas, las instituciones del baalismo se hicieron de más en más atractivas, dado que sólo prometían éxito en su mundo.

A medida que los pseudo-ortodoxos pasan de la iglesia al corredor de bolsa o al abogado oportunista, los Israelitas pasaron de su templo ancestral a aquél de Baal, pidiendo favores de acuerdo a su pasión dominante: sexo, dinero, poder, reputación.

En el Baalismo, el sacrificio de niños existía como medio de asegurarse el éxito y el progreso, tal como en nuestras sociedades modernas donde el aborto es un sacrificio para asegurarse el éxito personal y el triunfo profesional.

La tecnofilia del baalismo en sí demanda sacrificios, como se ve en la sociedad moderna, donde el advenimiento del automóvil y las supercarreteras han llevado a un estimado de 1.2 millones de muertes por año en todo el mundo, siendo el tamaño de la población del estado de Nebraska. Pero dado los beneficios que dichos avances traen a la población, éste enorme sacrificio es tolerado y considerado “inevitable”. En otras palabras, la forma de sacrificio ha cambiado, de ser un sacrificio ritualizado como en Canáan, ha pasado a ser simplemente parte de la vida social y contemporánea, como en el mundo moderno.

Consistentemente, el verdadero Israelita (de quienes los verdaderos Ortodoxos son descendientes espirituales directos) se encontraba continuamente en guerra, crítico e intransigente, contra la prostitución y perversión del Yahvismo, y en contra de su confusión material y conceptual con el baalismo. El Yahvismo puro, fue una religión básicamente nacionalista, igualitaria y comunal de limpieza espiritual y adoración correcta, mientras que el baalismo se posiciona meramente como una forma de control sobre la naturaleza para obtener beneficios personales. No debía existir ningún tipo de compromiso con esto, según los profetas, sin importar lo que las autoridades y el dinero inteligente tuvieran que decir.

En los tiempos modernos, ambas ideologías de poder, el liberalismo y el conservadurismo, sirven al baalismo, en la medida en que los conservadores buscan relacionar la justicia económica con la mistificación del “libre mercado” (en sí una fuerza divina, una especie de Baal en su propio derecho), los liberales buscan la destrucción de los lazos familiares en aras de la liberación del individuo, tomando al aborto y la negligencia infantil como sus sacrificios aceptables.

Como siempre, la iglesia permanece sola, aislada en una tierra extranjera y heterodoxa, mientras se le obliga a ver cómo la mayoría de su clero y élite se comprometen con ciertas ideologías y partidos de moda.

Los profetas, como siempre, no solamente escribieron sus condenas. También, de manera muy literal y para utilizar una frase moderna “se plantaron en la cara” de la clase gobernante condenándoles en los términos más agudos y fuertes imaginables. Escupieron en la cara de la prudencia y moderación de la clase media. Fueron poseídos por el espíritu de Yahvéh, siendo por ende motivados a dejar toda precaución de lado como resultado.

El pseudo-ortodoxo, atomiza su vida y por ende adolece de integridad. Su vida económica se encuentra aparte de su vida religiosa, parte debido a intereses propios y parte debido a su ignorancia sobre las enseñanzas proféticas y ascéticas. Ultimadamente, el modernista es un individuo secular que a lo mucho, mantiene cierto respeto todavía por la iglesia y sus instituciones.

La Ortodoxia es íntegra en el sentido en que unifica todos los elementos de nuestras vidas bajo la guía del Espíritu. Es su desconexión la que unifica el criticismo de todos los profetas.

Los profetas denunciaron la desigualdad económica, o más específicamente, la estratificación de la sociedad entre la masa de pobres y los pocos ricos, y éstos pocos ricos, con el fin de salvaguardar su riqueza, se tornaron hacia los cultos de fertilidad. En Estados Unidos, el 40% de los trabajadores controla el 0.2% de la riqueza nacional, mientras que un 5% de personas controlan casi el 60% del ingreso nacional (En México y Latinoamérica, éstos porcentajes son más agudos todavía).

Los profetas denunciaron el adulterio. En los Estados Unidos, de acuerdo a encuestas realizadas a fines de los 90’s, entre el 60% y 70% de los hombres casados engañaban a sus esposas. Oportunamente, el Journal of Family Psychology (Periódico de Psicología Familiar) publicó en el 2001 un artículo que indica que “aquellas personas que ganan $75,000 USD o más (por año), son 1.5 veces más propensas a tener una relación extramarital que aquellas personas que ganan $30,000 USD o menos (por año). En otros términos, el adulterio es un pasatiempo de ricos.

Los profetas condenaron la fornicación; en los Estados Unidos una encuesta de la organización Pew mostró que solamente el 35% de los estadounidenses calificó a la fornicación como “moralmente mala”.

Las pasiones no conocen de límites, en el sentido en que nunca serán satisfechas; el poder es solamente el medio para obtener más poder. Moralmente hablando, son pocas las diferencias existentes entre la pasión de poder sobre los trabajadores, la pasión de poder sobre los ciudadanos y la pasión sexual de dominar a otra persona. Por ésta razón, el Régimen financia tanto a organizaciones socialmente liberales como a aquellas de libre mercado o conservadoras; ya que la pasión por obtener ganancias en el mercado no difiere significativamente de la pasión por el placer, digámoslo así, en un ámbito más personal. Lo que significa en términos proféticos que la última palabra del Régimen ha sido pronunciada.

Scott escribe lo siguiente al tratar las diferencias entre la adoración a Dios y la adoración a un señor o jefe supremo: “El Yahvismo buscaba el bienestar de la gente como un todo y la distribución en términos de justicia y amabilidad, mientras que el énfasis en el baalismo se coloca sobre la máxima producción posible y la acumulación de riqueza privada.” (176) Dado lo anterior, es de entenderse que la “nación es el pueblo constituido por la alianza y que se caracteriza como tal por la ética social contenida en dicha alianza”. Como verdaderos Ortodoxos, somos el pueblo de la alianza, por lo tanto, representamos al vestigio caracterizado por Isaías y Sofonías como aquellos animados por las palabras de los profetas y tipificados en lo que las clases medias llamarían fanáticos o en otras palabras, aquellos que rehúsan comprometerse con el Régimen porque sería lo más prudente. El vestigio es odiado por el mundo y éste odio puede ser encontrado en los medios, páginas y libros burgueses. Seremos acosados y atacados, sobre todo por el clero que pareciera ser amado por el mundo, que van de éxito en éxito y se encuentran muy conformes con el estado de las cosas. Sin embargo, Dios promete a través de todo el cuerpo profético que sin excepción, esa gente será quemada y su mundo será destruido.

Por lo tanto, no existe desconexión verdadera entre la adoración baalista al dinero y las fuerzas materiales (cuyo fetiche es el dinero) y la noción de que “todos adoramos al mismo Dios”, mantra favorito del Régimen. Adicionalmente, el Dr. Scott sin verdaderamente quererlo, provee la definición de la resistencia actual en un contexto profético:

El modernista ortodoxo, casi siempre, no es hipócrita conscientemente. Sin embargo, mantiene la religión y la ética en compartimentos separados, y como tal, es incapaz de discernir entre el bien y el mal. Muchos modernistas creen verdaderamente que están adorando a Dios y verdaderamente quisieran seguir la tradición. Desgraciadamente, uno sólo de entre mil tiene idea del esfuerzo que eso supone en la realidad.

Una de las grandes causas de la ira profética fue la ciudad comercial de Tiro. Tiro combinaba la ética de Nueva York y el renacimiento de Florencia en un paquete completo. Su dios era el dios de la fertilidad por supuesto, mismo que es el consentido de los satanistas actuales: Moloch (algunas veces escrito como Melkart) el devorador de niños. Israel comenzó a imitar conscientemente a éste grupo de marineros talentosos y tecnofílicos, llevando así a las duras y extremas condenaciones hechas por el profeta Elías. El problema de Elías fue tal que los fieles comunes no distinguían entre Yahvé y Moloch; tal como hoy en día, los modernistas no pueden distinguir a Yahvé de Alá (o cualquier otra deidad pregonada por los modernistas). Elías, dando de nueva cuenta una bofetada en la cara a la prudencia de la clase media, fue forzado a llamar al fuego de los cielos para terminar con los sacerdotes del culto tirano.

Una rápida lectura sobre los textos bíblicos nos mostrarán que Yahvé exigió que los imperios capitalistas de comercio internacional no solamente fueran reprendidos, sino que fueran eliminados. Fue esta mentalidad la que condujo a la adoración del dinero y el poder, proveyendo para ello un contexto legal de vivir dentro de la naturaleza “ciega” de las fuerzas sociales y el poder.

Es muy fácil para aquellos que toman la religión y la historia por sentadas, aprender de los baalistas e imitar sus caminos. La pobreza relativa de los yahvistas lleva en muchos casos a un complejo de inseguridad, teniendo por resultado una mentalidad ecumenista que busca “tierra común” entre Yahvé y Moloch.

En el caso de la Iglesia Ortodoxa, una pequeña y débil presencia busca aceptación de los heterodoxos al ser invitados a sus conferencias y seminarios, sonriendo y saludando de mano a los herejes bien financiados y “aprendiendo de ellos”.

Pronto, el actual y caído liderazgo ortodoxo recibirá bonos por parte de los financiadores corporativos del Concilio Mundial de Iglesias y los profesores de teología darán clases en seminarios mundialmente reconocidos. Habrán logrado la aceptación que siempre desearon, pero con un costo de por medio. Cristo dice de ésta gente: “Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas y aman las salutaciones en las plazas y las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en las cenas” (Marcos 12:38-39). ¿Cómo aclararon entonces los profetas la naturaleza de la adoración a Dios? Scott nos da una respuesta preliminar: “Su objeto no es asegurar la vitalidad física, el poder o la protección, sino el mantener la relación con Dios que tiene como consecuencia principal la vitalidad espiritual y moral de la gente. Expresa sumisión a la voluntad divina y no al esfuerzo humano de obtener los objetos de su deseo… No altera el hecho ni condición de la existencia humana, sino que le permite encontrarse con ellas cara a cara en seguridad y esperanza (196-7). Lo que significa, en términos crudos, que Dios no es la máquina expendedora cósmica que sus devotos quieren creen que es.

En suma, el mundo moderno se encuentra basado en la misma esencia del baalismo, la creencia en el nominalismo epistemológico, la manipulación de las fuerzas naturales para el lucro personal (que además, incluye tanto a la magia como a la ciencia), la justificación de la estratificación social por clases, el legalismo y su litigiosidad, la religión ecuménica, el individualismo (la consecuencia necesaria del nominalismo), el gobierno republicano, la centralización del poder político y financiero, el sacrificio continuo de vidas humanas en el nombre del progreso, el fetichismo a las mercancías, la decepción, las sociedades secretas, la atomización moral y el lujo. Esto es la Ilustración en su esencia, lo que significa que es un mero “Renacimiento” del paganismo antiguo de fertilidad, salvo que fetichizado como progreso y/o ciencia.

* * *

El Padre Rafael (Matt Johnson) es sacerdote ortodoxo en los EEUU, originario de Nueva Jersey. Estudió su maestría en la Universidad de Missouri y recibió su grado de doctorado por parte de la Universidad de Nebraska. Experto en historia rusa, ha publicado varios artículos en varios idiomas, relacionados con el nacionalismo de pequeños estados como Serbia, Irlanda y Ucrania y su relación con la vida agraria. Además de ser un fuerte crítico del modernismo, su trabajo se ha concentrado en el papel que desempeñan ciertos nacionalismos ortodoxos y la misma Iglesia Ortodoxa desafiando al Nuevo Orden Mundial.

sábado, 2 de junio de 2012

ÍCONO DEL PENTECOSTÉS


CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS EN LA IGLESIA ORTODOXA


En la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo, la Iglesia Ortodoxa, existen dos días en los cuales conmemoramos a los difuntos.  El primer sábado de las Almas corresponde al sábado antes del Domingo del Juicio Final o de la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo, periodo previo a la Gran Cuaresma. 

Como sabremos, la Segunda Venida de Jesucristo será aquél día en que nos postraremos ante el trono del Único Divino, y en el cuál seremos juzgados por todas nuestras acciones.  Por esto, en ese sábado de almas previo al Domingo del Juicio Final, pedimos la intercesión y misericordia de nuestro Salvador no sólo para llevar una vida que sea para gloria de Él, sino también para que muestre su misericordia sobre nuestros hermanos ya partidos, otorgándoles un descanso sin fin.

El segundo sábado de Almas (ψηχοσάββατο, psijosábbato en griego) en el cual conmemoramos a nuestros difuntos corresponde al sábado anterior a Pentecostés.  El Pentecostés es nuestra fiesta de aniversario como iglesia aquí en la tierra y como tal, somos iglesia militante los que estamos de paso por ésta tierra; e iglesia triunfante son aquellos hermanos que ya han partido.  Ambas, militante y triunfante, somos parte del cuerpo de Cristo y no podemos celebrar la Divina Sabiduría que viene de Dios por Su Espíritu Santo sin tomar en cuenta ésta parte tan importante de la iglesia: los difuntos.

En éste sábado previo al Pentecostés, los cristianos ortodoxos elevamos nuestras oraciones por todos nuestros difuntos: familiares, amigos y desconocidos, dando testimonio de la inmortalidad del alma y la indivisibilidad de la iglesia.  La muerte fue vencida en Cristo Jesús y ya no nos separa, todos somos un solo cuerpo en Cristo.

Que Dios tenga piedad de todos los fieles cristianos ortodoxos y de sus familiares y amigos ya partidos.  Que Dios nos conceda sabiduría para los que seguimos en ésta tierra, seguir con rectitud y amor sus mandatos.  Que Dios conceda su descanso a sus siervos ya partidos.

¡Que su Memoria sea Eterna!

Marcos
Hipodiácono.

viernes, 1 de junio de 2012

El Peligro que Corren las Parroquias


En días pasados, he estado buscando algo de material que me ayude a organizar las actividades de una pequeña capilla para atender y fortalecer a una pequeña comunidad (muy pequeña en verdad) en cuanto al trabajo pastoral, de fe y testimonio que como cristianos ortodoxos, debemos presentar en la sociedad en la que vivimos.

La parroquia es la iglesia local.  Es ahí a partir de donde podemos ofrecer la Iglesia a las personas que la buscan, análogamente a la manera en cómo Jesucristo se entregó por ella misma.  Para ello, tendríamos que contar con una organización básica que nos permita hacer trabajo de apostolado en un país en donde la Fe Ortodoxa es prácticamente desconocida.  De ahí que se necesite la confluencia de ideas de varios de los parroquianos sobre cómo llegar a la demás población con el mensaje del Evangelio de nuestro señor Jesucristo; programar actividades que involucren a la sociedad en búsqueda de un bienestar en común y que a final de cuentas, les haga la vida más simple y cercana al Creador de todos nosotros.

En éste ejercicio de organizar nuestros esfuerzos, corremos un gran peligro que es el de caer en la secularización de nuestra propia parroquia.  Vemos parroquias en países de origen no ortodoxo con mayor presencia de diáspora ortodoxa que el nuestro (como los EEUU o Canadá) que cuentan con una vida parroquial bastante bien organizada: consejos parroquiales que se reúnen mensualmente, sociedad de damas, sociedad de adolescentes, bingos, rifas, tesorerías, etc. y uno pensaría que esa sería la meta a seguir. 

Sin embargo, éste tipo de organización al que se ha llegado en dichos lugares ha abrazado la secularización: muchas de las veces, estos aspectos organizativos llegan a ser más importantes que la misma Iglesia en sí, más importantes siendo que lo único más importante es adorar en cuerpo, mente y espíritu a Dios.  Cualquier otro aspecto parroquial que pierda de vista ésta verdad eminente se encuentra fuera del camino de la Ortodoxia.  Cuando la venta de íconos, komboskinis, boletos para rifas y pollocoas se hacen más importantes que la Recta Adoración a Dios, sabremos que hemos secularizado a nuestra parroquia.

La clave que justifica la reunión de dos o más personas es alabar el nombre de Dios.  El fin de la Iglesia conformada por nosotros es el de dar testimonio de nuestra Fe y entregarse de la misma manera en que Jesucristo se entregó por nosotros.  Cualquier otro fin que se busque es vano y secundario a éste primero que se anuncia: proclamar el Evangelio, camino de salvación, de nuestro señor Jesucristo.

Que sea la organización parroquial un instrumento para llevar y vivir la Fe a los hogares ortodoxos y acercar a aquellos que aún no la conocen; sea ésta para expresar un testimonio perdurable y permeable a toda la sociedad en que vivimos y sea ésta para fortalecernos por medio de acciones en las enseñanzas del Evangelio de Jesucristo.

Gloria a Dios por todo,

Marcos
Hipodiácono.