4.- La respuesta de mi confesor
Después de haber leído todos esos libros, me
sentí como un extraño dentro de mi Iglesia, cuya composición orgánica no tiene
relación con la Iglesia que el Señor construyó y organizaron los Apóstoles y
sus discípulos, según lo previsto por los Santos Padres. Bajo esta creencia,
escribí mi primera carta a mi superior: "He leído sus libros. No voy a
contravenir las órdenes divinas para que pueda seguir las enseñanzas humanas
que no tienen ninguna base en absoluto en la Santa Biblia. Estas enseñanzas son
una locura del papismo. De las disposiciones de la Santa Biblia podemos
comprender la naturaleza de la Iglesia y no por decisiones humanas y teorías.
La verdad de la fe no nace, sino de la Santa Biblia y de la Tradición de la
Iglesia entera".
La respuesta fue rápida: "No ha seguido mi
consejo", se quejó de mi, "y así el alma expuesta a los efectos
peligrosos de la Santa Biblia, que, como el fuego quema y ennegrece cuando no
brilla. En tales situaciones, como la suya, los Papas han declarado que «es un
error escandaloso hacer creer que todos los cristianos podrían leer la Santa
Biblia, y los teólogos nos aseguran que la Santa Biblia" es una nube
oscura "." Para los que creen en la iluminación y claridad de la
Biblia como un dogma, heterodoxos, apelo de nuestros líderes infalibles. En
cuanto a la tradición, no considero necesario recordar que todo debe seguir al
Papa en cuestiones de fe. El Papa equivale, en este caso, a miles de Agustines,
Jerónimos, Gregorios, Chrisóstomos ...".
Esta carta terminó
por reforzar mi opinión, en lugar de demolerla. Era imposible para mí colocar
la Sagrada Biblia por debajo de la Papa. Al atacar a la Santa Biblia, mi
Iglesia estaba perdiendo toda creencia digna delante de mí, y me estaba
convirtiendo en uno de los herejes que "de ser elegido pasó a estar en
contra, por la Biblia". Este fue el último contacto que tuve con mi viejo
confesor.
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