viernes, 7 de septiembre de 2012

La Vida Burguesa y La Mentalidad Ortodoxa: La Importancia de los Profetas (2006)



Extracto del artículo escrito por P. Rafael (Matt Johnson) y traducido por Marcos. Título original: “Bourgeois Life and the Orthodox Mind: The Importance of the Prophets (2006)”

Él (profeta Amos), como todos los demás profetas, condenó severamente a aquellos seudo-religiosos pretenciosos de su tiempo, quienes pensaban ser justos mientras se comportaban como paganos.

Las instituciones del capitalismo burgués son incompatibles desde su raíz con la vida del Cristianismo Ortodoxo.

La esencia del “modernismo” entre la mitad de los conversos en América consiste en un secularismo básico: la reducción de las verdades de la Fe Ortodoxa al lema de “ser bueno” así como la marcada negación de permitir que las verdades de la fe penetren los recovecos más recónditos de nuestras vidas, salvo en las maneras más fáciles.

“Bondad” y “santidad” son dos cosas diferentes la una de la otra que en muchas vces entran en conflicto entre sí. San Juan Bautista, Jeremías y Elías fueron santos, mas no buenos según los estándares de la clase media tanto de aquél entonces como de la actual. Fueron personajes severos, críticos, condenatorios, violentos e intransigentes: anti-liberales en todos los grados. Fueron condenados por sus propias generaciones infieles y fueron exiliados, asesinados o de muchas maneras maltratados. Los Ortodoxos podríamos esperar otro tanto de eso, como el mismo Cristo lo promete.

El Antiguo Testamento es la base moral, social, política y económica del Cristianismo, mientras que el Nuevo Testamento se vuelca sobre la identificación de Cristo con el Padre y la construcción de la Iglesia en torno a dicha verdad. La misión de Cristo se basa en dicha identificación además de incluir ciertas dispensaciones específicas de la Ley Antigua sin que esto sea un rechazo completo (incluyendo por supuesto, los 10 mandamientos). El firme conocimiento del Antiguo Testamento es absolutamente necesario para entender a Cristo.

Uno de los motivos por el cual los semi-conversos rechazan leer el Antiguo Testamento es que los profetas, quienes serían verdaderos modelos de masculinidad ortodoxa para nuestros tiempos modernos, difieren en todo modo concebible con la vida burguesa actual. Aquellos hombres fueron revolucionarios y nunca aceptaron ningún trato entre Baalismo y Yahvismo. Claro está, las ideas detrás de los ritos de fertilidad del Baalismo son idénticas a las que se encuentran detrás la modernidad y todas sus instituciones.

En otras palabras, los modernistas no pueden aceptar el Antiguo Testamento sin rechazar su propio estilo de vida.

Los profetas fueron todo aquello que la clase moderna actualmente condena. Fueron solitarios, intransigentes en su retórica, descuidados en cuanto a su propia seguridad, sin preocupación alguna por su prestigio financiero o social; en una sola palabra, “irracionales” según los estándares Baalistas y modernos. Mientras que muchos pseudo-Ortodoxos se dan por satisfechos siendo “buenos” y definiéndose únicamente en términos negativos (no somos asesinos, falsificadores, contrabandistas, abusadores infantiles y por lo tanto somos “buenos”) los verdaderos Ortodoxos luchan por alcanzar la santidad.

Los verdaderos Ortodoxos, sin embargo, deben luchar para alcanzar esa santidad, y para llegar a ese punto debemos siempre tener en mente el ejemplo inspirador de los profetas, huyendo de la clase media y su ideología, luchando en ascetismo según nuestras fuerzas lo permitan.

Las instituciones del baalismo son perenne en cuanto a que representan la naturaleza en su forma más baja, una serie de fuerzas “ciegas” a ser manipuladas por el individuo para su lucro personal. Esta es la base de la economía y la ciencia modernas. A medida que Israel y las sociedades modernas pasaron a ser comunidades bien establecidas y ricas, las instituciones del baalismo se hicieron de más en más atractivas, dado que sólo prometían éxito en su mundo.

A medida que los pseudo-ortodoxos pasan de la iglesia al corredor de bolsa o al abogado oportunista, los Israelitas pasaron de su templo ancestral a aquél de Baal, pidiendo favores de acuerdo a su pasión dominante: sexo, dinero, poder, reputación.

En el Baalismo, el sacrificio de niños existía como medio de asegurarse el éxito y el progreso, tal como en nuestras sociedades modernas donde el aborto es un sacrificio para asegurarse el éxito personal y el triunfo profesional.

La tecnofilia del baalismo en sí demanda sacrificios, como se ve en la sociedad moderna, donde el advenimiento del automóvil y las supercarreteras han llevado a un estimado de 1.2 millones de muertes por año en todo el mundo, siendo el tamaño de la población del estado de Nebraska. Pero dado los beneficios que dichos avances traen a la población, éste enorme sacrificio es tolerado y considerado “inevitable”. En otras palabras, la forma de sacrificio ha cambiado, de ser un sacrificio ritualizado como en Canáan, ha pasado a ser simplemente parte de la vida social y contemporánea, como en el mundo moderno.

Consistentemente, el verdadero Israelita (de quienes los verdaderos Ortodoxos son descendientes espirituales directos) se encontraba continuamente en guerra, crítico e intransigente, contra la prostitución y perversión del Yahvismo, y en contra de su confusión material y conceptual con el baalismo. El Yahvismo puro, fue una religión básicamente nacionalista, igualitaria y comunal de limpieza espiritual y adoración correcta, mientras que el baalismo se posiciona meramente como una forma de control sobre la naturaleza para obtener beneficios personales. No debía existir ningún tipo de compromiso con esto, según los profetas, sin importar lo que las autoridades y el dinero inteligente tuvieran que decir.

En los tiempos modernos, ambas ideologías de poder, el liberalismo y el conservadurismo, sirven al baalismo, en la medida en que los conservadores buscan relacionar la justicia económica con la mistificación del “libre mercado” (en sí una fuerza divina, una especie de Baal en su propio derecho), los liberales buscan la destrucción de los lazos familiares en aras de la liberación del individuo, tomando al aborto y la negligencia infantil como sus sacrificios aceptables.

Como siempre, la iglesia permanece sola, aislada en una tierra extranjera y heterodoxa, mientras se le obliga a ver cómo la mayoría de su clero y élite se comprometen con ciertas ideologías y partidos de moda.

Los profetas, como siempre, no solamente escribieron sus condenas. También, de manera muy literal y para utilizar una frase moderna “se plantaron en la cara” de la clase gobernante condenándoles en los términos más agudos y fuertes imaginables. Escupieron en la cara de la prudencia y moderación de la clase media. Fueron poseídos por el espíritu de Yahvéh, siendo por ende motivados a dejar toda precaución de lado como resultado.

El pseudo-ortodoxo, atomiza su vida y por ende adolece de integridad. Su vida económica se encuentra aparte de su vida religiosa, parte debido a intereses propios y parte debido a su ignorancia sobre las enseñanzas proféticas y ascéticas. Ultimadamente, el modernista es un individuo secular que a lo mucho, mantiene cierto respeto todavía por la iglesia y sus instituciones.

La Ortodoxia es íntegra en el sentido en que unifica todos los elementos de nuestras vidas bajo la guía del Espíritu. Es su desconexión la que unifica el criticismo de todos los profetas.

Los profetas denunciaron la desigualdad económica, o más específicamente, la estratificación de la sociedad entre la masa de pobres y los pocos ricos, y éstos pocos ricos, con el fin de salvaguardar su riqueza, se tornaron hacia los cultos de fertilidad. En Estados Unidos, el 40% de los trabajadores controla el 0.2% de la riqueza nacional, mientras que un 5% de personas controlan casi el 60% del ingreso nacional (En México y Latinoamérica, éstos porcentajes son más agudos todavía).

Los profetas denunciaron el adulterio. En los Estados Unidos, de acuerdo a encuestas realizadas a fines de los 90’s, entre el 60% y 70% de los hombres casados engañaban a sus esposas. Oportunamente, el Journal of Family Psychology (Periódico de Psicología Familiar) publicó en el 2001 un artículo que indica que “aquellas personas que ganan $75,000 USD o más (por año), son 1.5 veces más propensas a tener una relación extramarital que aquellas personas que ganan $30,000 USD o menos (por año). En otros términos, el adulterio es un pasatiempo de ricos.

Los profetas condenaron la fornicación; en los Estados Unidos una encuesta de la organización Pew mostró que solamente el 35% de los estadounidenses calificó a la fornicación como “moralmente mala”.

Las pasiones no conocen de límites, en el sentido en que nunca serán satisfechas; el poder es solamente el medio para obtener más poder. Moralmente hablando, son pocas las diferencias existentes entre la pasión de poder sobre los trabajadores, la pasión de poder sobre los ciudadanos y la pasión sexual de dominar a otra persona. Por ésta razón, el Régimen financia tanto a organizaciones socialmente liberales como a aquellas de libre mercado o conservadoras; ya que la pasión por obtener ganancias en el mercado no difiere significativamente de la pasión por el placer, digámoslo así, en un ámbito más personal. Lo que significa en términos proféticos que la última palabra del Régimen ha sido pronunciada.

Scott escribe lo siguiente al tratar las diferencias entre la adoración a Dios y la adoración a un señor o jefe supremo: “El Yahvismo buscaba el bienestar de la gente como un todo y la distribución en términos de justicia y amabilidad, mientras que el énfasis en el baalismo se coloca sobre la máxima producción posible y la acumulación de riqueza privada.” (176) Dado lo anterior, es de entenderse que la “nación es el pueblo constituido por la alianza y que se caracteriza como tal por la ética social contenida en dicha alianza”. Como verdaderos Ortodoxos, somos el pueblo de la alianza, por lo tanto, representamos al vestigio caracterizado por Isaías y Sofonías como aquellos animados por las palabras de los profetas y tipificados en lo que las clases medias llamarían fanáticos o en otras palabras, aquellos que rehúsan comprometerse con el Régimen porque sería lo más prudente. El vestigio es odiado por el mundo y éste odio puede ser encontrado en los medios, páginas y libros burgueses. Seremos acosados y atacados, sobre todo por el clero que pareciera ser amado por el mundo, que van de éxito en éxito y se encuentran muy conformes con el estado de las cosas. Sin embargo, Dios promete a través de todo el cuerpo profético que sin excepción, esa gente será quemada y su mundo será destruido.

Por lo tanto, no existe desconexión verdadera entre la adoración baalista al dinero y las fuerzas materiales (cuyo fetiche es el dinero) y la noción de que “todos adoramos al mismo Dios”, mantra favorito del Régimen. Adicionalmente, el Dr. Scott sin verdaderamente quererlo, provee la definición de la resistencia actual en un contexto profético:

El modernista ortodoxo, casi siempre, no es hipócrita conscientemente. Sin embargo, mantiene la religión y la ética en compartimentos separados, y como tal, es incapaz de discernir entre el bien y el mal. Muchos modernistas creen verdaderamente que están adorando a Dios y verdaderamente quisieran seguir la tradición. Desgraciadamente, uno sólo de entre mil tiene idea del esfuerzo que eso supone en la realidad.

Una de las grandes causas de la ira profética fue la ciudad comercial de Tiro. Tiro combinaba la ética de Nueva York y el renacimiento de Florencia en un paquete completo. Su dios era el dios de la fertilidad por supuesto, mismo que es el consentido de los satanistas actuales: Moloch (algunas veces escrito como Melkart) el devorador de niños. Israel comenzó a imitar conscientemente a éste grupo de marineros talentosos y tecnofílicos, llevando así a las duras y extremas condenaciones hechas por el profeta Elías. El problema de Elías fue tal que los fieles comunes no distinguían entre Yahvé y Moloch; tal como hoy en día, los modernistas no pueden distinguir a Yahvé de Alá (o cualquier otra deidad pregonada por los modernistas). Elías, dando de nueva cuenta una bofetada en la cara a la prudencia de la clase media, fue forzado a llamar al fuego de los cielos para terminar con los sacerdotes del culto tirano.

Una rápida lectura sobre los textos bíblicos nos mostrarán que Yahvé exigió que los imperios capitalistas de comercio internacional no solamente fueran reprendidos, sino que fueran eliminados. Fue esta mentalidad la que condujo a la adoración del dinero y el poder, proveyendo para ello un contexto legal de vivir dentro de la naturaleza “ciega” de las fuerzas sociales y el poder.

Es muy fácil para aquellos que toman la religión y la historia por sentadas, aprender de los baalistas e imitar sus caminos. La pobreza relativa de los yahvistas lleva en muchos casos a un complejo de inseguridad, teniendo por resultado una mentalidad ecumenista que busca “tierra común” entre Yahvé y Moloch.

En el caso de la Iglesia Ortodoxa, una pequeña y débil presencia busca aceptación de los heterodoxos al ser invitados a sus conferencias y seminarios, sonriendo y saludando de mano a los herejes bien financiados y “aprendiendo de ellos”.

Pronto, el actual y caído liderazgo ortodoxo recibirá bonos por parte de los financiadores corporativos del Concilio Mundial de Iglesias y los profesores de teología darán clases en seminarios mundialmente reconocidos. Habrán logrado la aceptación que siempre desearon, pero con un costo de por medio. Cristo dice de ésta gente: “Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas y aman las salutaciones en las plazas y las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en las cenas” (Marcos 12:38-39). ¿Cómo aclararon entonces los profetas la naturaleza de la adoración a Dios? Scott nos da una respuesta preliminar: “Su objeto no es asegurar la vitalidad física, el poder o la protección, sino el mantener la relación con Dios que tiene como consecuencia principal la vitalidad espiritual y moral de la gente. Expresa sumisión a la voluntad divina y no al esfuerzo humano de obtener los objetos de su deseo… No altera el hecho ni condición de la existencia humana, sino que le permite encontrarse con ellas cara a cara en seguridad y esperanza (196-7). Lo que significa, en términos crudos, que Dios no es la máquina expendedora cósmica que sus devotos quieren creen que es.

En suma, el mundo moderno se encuentra basado en la misma esencia del baalismo, la creencia en el nominalismo epistemológico, la manipulación de las fuerzas naturales para el lucro personal (que además, incluye tanto a la magia como a la ciencia), la justificación de la estratificación social por clases, el legalismo y su litigiosidad, la religión ecuménica, el individualismo (la consecuencia necesaria del nominalismo), el gobierno republicano, la centralización del poder político y financiero, el sacrificio continuo de vidas humanas en el nombre del progreso, el fetichismo a las mercancías, la decepción, las sociedades secretas, la atomización moral y el lujo. Esto es la Ilustración en su esencia, lo que significa que es un mero “Renacimiento” del paganismo antiguo de fertilidad, salvo que fetichizado como progreso y/o ciencia.

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El Padre Rafael (Matt Johnson) es sacerdote ortodoxo en los EEUU, originario de Nueva Jersey. Estudió su maestría en la Universidad de Missouri y recibió su grado de doctorado por parte de la Universidad de Nebraska. Experto en historia rusa, ha publicado varios artículos en varios idiomas, relacionados con el nacionalismo de pequeños estados como Serbia, Irlanda y Ucrania y su relación con la vida agraria. Además de ser un fuerte crítico del modernismo, su trabajo se ha concentrado en el papel que desempeñan ciertos nacionalismos ortodoxos y la misma Iglesia Ortodoxa desafiando al Nuevo Orden Mundial.

1 comentario:

  1. Hola, quisiera saber si existe alguna pagina de la ortodoxia en español que hable sobre la posible implementación del nuevo orden mundial... saludos

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