sábado, 30 de mayo de 2009

Espiritualidad Cotidiana: La Importancia de un Corazón Agradecido

San Pablo escribe en Corintios 1:4 “Doy gracias a Dios sin cesar por vosotros, a causa de la gracia de Dios que os ha sido otorgada en Cristo Jesús”. La nota en nuestra Biblia Ortodoxa de Estudio que corresponde a éste pasaje es la siguiente: “Nada es más aceptable a Dios que nuestro agradecimiento por su gracia, tanto hacia con nosotros como hacia con los demás”. Esta nota explicativa de carácter profundo es tan importante para nuestro bienestar dado que el hecho de tener un corazón agradecido es finalmente lo que nos conduce a amar según la manera que Dios nos ama.

Al comienzo de entender la profundidad del amor de Dios nos transforma siempre para mejor. Aquí está Dios que ha creado el universo –algo a partir de la nada- y da vida dentro de ese universo para incluirnos en él. Existimos por el placer de Su pensamiento. No nos impone nada, sin embargo nos concede todo lo posible para una vida llena de alegría y placer. Tenemos la completa libertad para hacer, decir o pensar aquello que queramos. El desea que tengamos ésta libertad aun así la utilizamos para rechazarle. Su deseo es simplemente que le amemos y amemos también a los demás. El bien sabe que amarle y amar a los demás es la llave para tener paz interior así como para vivir una vida de alegría verdadera libre de preocupaciones y ansiedad. Para lograr esto, lo único que pide de nosotros es un único sacrificio de nuestra parte, “tomar nuestra cruz y seguirle” para que podamos “perder nuestra vida para ganarla en El”. Este mandamiento de seguirle y negar constantemente nuestras inclinaciones pecaminosas para experimentar la vida tal cual lo desea para nosotros es lo que nos conducirá a una felicidad y paz verdaderas. Mas allá, El lo hace posible para nosotros mediante su propio sacrificio. A pesar de que El es nuestro creador, se sacrificó a Sí mismo para reparar nuestro rechazo contra El. Sufrió la crucifixión y muerte en la cruz para darnos los medios, sin infringir nuestro libre albedrío, de obtener victoria sobre el pecado y dirigir nuestras vidas hacia El.

Si en verdad nos ponemos a pensar en esto, es verdaderamente increíble. El amor de Dios y su desentendimiento por sí mismo están por encima de lo que lógicamente podamos entender. Pienso que lo más cerca que estamos de entenderlo es al ser padres. El amor a nuestros hijos será lo más lejos en desentendimiento de sí mismo que podremos llegar. La mayoría de nosotros haríamos cualquier cosa para proteger a nuestros hijos, aunque esto signifique arriesgar nuestras vidas para lograrlo. Pero inclusive éste inmenso amor es susceptible de perder la paciencia, gritar de manera inapropiada y en ocasiones ser desamables a pesar de las mejores de nuestras intenciones. El reflejar el amor perfecto y paciente de Cristo en todo momento y comprometerse al 100% a cuidar del bienestar del prójimo está más allá de nuestra naturaleza humana; inclusive hacia con nuestros hijos; esto es debido al pecado. Sin embargo, podemos avanzar hacia éste estado de crecimiento espiritual en el Señor y asemejarnos más y más a Cristo con el paso del tiempo. Un signo infalible que nos indica estar creciendo en el amor en Cristo es una apreciación y agradecimiento crecientes en nuestros corazones por todo aquello de lo que hemos sido provistos por Dios, a pesar de cualquier dificultad que estemos atravesando. Cuando tenemos éste tipo de momentos en que verdaderamente sentimos esto en nuestros corazones, estamos dirigiendo nuestra atención de nosotros mismos hacia algo fuera de nuestro ser: DIOS. Esta redirección de nuestros pensamientos hacia Dios no es sino el principio de nuestro crecimiento espiritual y es por eso que no existe nada más agradable a Dios que nuestro agradecimiento por su inmensa Gracia. El bien sabe que cuando somos agradecidos con El estamos abiertos a entender y recibir su amor así como a reflejárselo a los demás. Su amor por supuesto siempre está presente, pero tener un corazón agradecido nos permite percibir su realidad en mayor medida.

Podemos percibir la realidad del amor de Dios mediante un corazón agradecido por aquello que el corazón es en realidad. En el contexto bíblico, el corazón no es aquél órgano que late dentro de nuestro pecho. Es mas bien la entereza de nuestro ser, nuestra esencia como personas. La palabra corazón captura pobremente aquello que los autores del Nuevo Testamento quisieron expresar cuando hablaron acerca de él. La palabra en griego antiguo que los Santos Padres utilizaron es “nous”. Nous es un término en griego para el cual quizás no exista correspondiente en nuestra lengua. Por lo tanto, la palabra corazón es el concepto que más nos acerca a aquello a lo que se referían los Santos Padres cuando utilizaron dicho término. Se refiere a la parte más interna de nuestro ser, la misma esencia del ser que nos permite tener una percepción espiritual. El nous es nuestro vínculo con Dios y que ha sido ennegrecido por causa del pecado. Cualquier cosa que hagamos en nuestras vidas para ofrecérselo a Dios nos ayuda a restaurar nuestro nous; que es nuestro verdadero ser tal cual Dios nos lo propone en su infinito amor.

Como Cristianos Ortodoxos, dirigimos nuestro nous, nuestros corazones hacia Dios cada semana en un acto supremo de agradecimiento: la Eucaristía. La palabra eucaristía viene del griego y significa dar gracias. El hecho de llevar una vida de oración durante la semana y prepararse para la Santa Comunión es una expresión suprema de agradecimiento. A través de la Eucaristía, también devenimos la Comunidad del Amor de Cristo. Tal cual nos lo expone San Juan Damasceno, “se le llama Comunión y en verdad lo es, porque a través de ella, tenemos común unión con Cristo y compartimos su carne y su Divinidad; también, a través de la comunión nos unimos los unos con los otros. Puesto que compartimos el mismo pan, todos devenimos un cuerpo de Cristo y una sangre y miembros de unos y de otros, considerados como un cuerpo de Cristo.”

Lo más importante para Dios, mientras sentimos más y más su amor a través de nuestros corazones agradecidos según lo expresemos en nuestra vida diaria y participando de la Santa Comunión, es que seamos capaces de transmitirlo a través del trato con los demás. Por lo general se manifiesta en áreas de nosotros en las que previamente habían sido difíciles para nosotros, por ejemplo ser menos juiciosos en nuestros pensamientos sobre los demás, ser más paciente con los demás y compartir nuestro dinero a la caridad, tan solo por decir algunos. Esto es realmente lo que Dios desea para nosotros. El, Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, existe en una comunidad de amor eternamente presente. El nos creo para ser a la vez reflejo y participantes de ésta comunidad del amor. Es por eso que nos dice a través de las Escrituras que el principal mandamiento es amarlo a Él y a los demás; y todo comienza con un corazón agradecido.
Este documento fue traducido del inglés al español de su original redactado por Michael Haldas. Haldas es escritor y actualmente es profesor de Educación Religiosa en la Parroquia Griega Ortodoxa de San Jorge, de Bethesda, Maryland EEUU. Colabora con el Departamento de Educación Religiosa de la Arquidiócesis Griega Ortodoxa de Norteamérica escribiendo material educativo.