sábado, 2 de junio de 2012

CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS EN LA IGLESIA ORTODOXA


En la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo, la Iglesia Ortodoxa, existen dos días en los cuales conmemoramos a los difuntos.  El primer sábado de las Almas corresponde al sábado antes del Domingo del Juicio Final o de la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo, periodo previo a la Gran Cuaresma. 

Como sabremos, la Segunda Venida de Jesucristo será aquél día en que nos postraremos ante el trono del Único Divino, y en el cuál seremos juzgados por todas nuestras acciones.  Por esto, en ese sábado de almas previo al Domingo del Juicio Final, pedimos la intercesión y misericordia de nuestro Salvador no sólo para llevar una vida que sea para gloria de Él, sino también para que muestre su misericordia sobre nuestros hermanos ya partidos, otorgándoles un descanso sin fin.

El segundo sábado de Almas (ψηχοσάββατο, psijosábbato en griego) en el cual conmemoramos a nuestros difuntos corresponde al sábado anterior a Pentecostés.  El Pentecostés es nuestra fiesta de aniversario como iglesia aquí en la tierra y como tal, somos iglesia militante los que estamos de paso por ésta tierra; e iglesia triunfante son aquellos hermanos que ya han partido.  Ambas, militante y triunfante, somos parte del cuerpo de Cristo y no podemos celebrar la Divina Sabiduría que viene de Dios por Su Espíritu Santo sin tomar en cuenta ésta parte tan importante de la iglesia: los difuntos.

En éste sábado previo al Pentecostés, los cristianos ortodoxos elevamos nuestras oraciones por todos nuestros difuntos: familiares, amigos y desconocidos, dando testimonio de la inmortalidad del alma y la indivisibilidad de la iglesia.  La muerte fue vencida en Cristo Jesús y ya no nos separa, todos somos un solo cuerpo en Cristo.

Que Dios tenga piedad de todos los fieles cristianos ortodoxos y de sus familiares y amigos ya partidos.  Que Dios nos conceda sabiduría para los que seguimos en ésta tierra, seguir con rectitud y amor sus mandatos.  Que Dios conceda su descanso a sus siervos ya partidos.

¡Que su Memoria sea Eterna!

Marcos
Hipodiácono.

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