El siguiente es un mensaje escrito por el Padre Damianos, sacerdote de la Catedral de Santa Sofía de México dirigido a todos los ortodoxos; mismo que compartimos con Ustedes:
Estimados Parroquianos:
Deseamos recordarles varias, olvidadas y comprensibles verdades con respecto al tema de nuestras relación con la vida parroquial. Con mucha humildad y sin intención arrogante, por razones de responsabilidad pastoral y caridad, nos vemos impulsados a recordarles e invitarlos, hijos de la Iglesia y de la Parroquia, a una participación consciente de la vida espiritual, litúrgica y filantrópica de la Parroquia.
Para ésto, veamos primeramente qué significa Parroquia.
El significado de Parroquia expresa la sustancia de nuestra vida cristiana. La experiencia nos enseña que cada esfuerzo de renovación de la vida eclesial empieza en la Parroquia; la cual es la comunión eclesial en un lugar determinado. No se trata de una parte de la Iglesia, sino de plenitud y fin, conformada por el Pueblo de Dios, el sacerdocio, y el altar que se conserva y sostiene por el Obispo. Cada cristiano perteneciente a una Parroquia, debe tener consciencia que pertenece a la Iglesia y que es por medio de la Parroquia que se encuentra en una relación orgánica con el cuerpo místico de Dios. En la Parroquia, el fiel bautizado inscribe su nombre en los sacros libros de la Iglesia. La inscripción de un nombre es una acción sacra puesto que nos inscribimso en el Libro de Dios y por ésto debemos estar atentos para no eliminar nuestros nombres de él.
Entendemos entonces los lazos que nos relacionan con la Parroquia y nuestro templo. Somos todos hermanos, somos todos un sólo cuerpo; el cuerpo de Cristo que comulgamos del mismo cáliz que nos une con Él y entre nosotros. Por ésto, no debemos separarnos de nuestra Parroquia por ninguna razón. De manera especial, no debemos separarnos de nuestra frecuencia eclesiástica, la Divina Liturgia y los Oficios Divinos que se realizan en nuestro templo.
El hecho que seamos miembros de una Parroquia que honre el nombre de Cristo, de la Virgen María o de los Santos, es una gran bendición; ya que es en ésa Parroquia en específico que vivimos el misterio de la Iglesia, junto con todos los santos.
En verdad, como cristianos ortodoxos conocemos todo ésto. Somos sensibles de nuestras responsabilidades. Sabemos qué significa ser parroquiano; parroquiano significa que tengo el honor y Don de Dios de ser miembro de su Iglesia.
Ser parroquiano significa que me interesa tanto cuanto sea posible, lo que me pide Dios para mis hermanos en Cristo; que lucho con la gracia de Dios para transformarme en un miembro mejor, más fiel y digno de la Iglesia y nuestra Parroquia. Significa que no soy mero espectador, sino que doy en el presente lo que se necesita, entregándome en sacrificios por amor a Cristo y a cada uno de mis semejantes; que veo cada hombre no bajo el prisma de las conveniencias e intereses o negocios, sino bajo el prisma de la hermandad y de la comunidad.
Les impulsamos y suplicamos se vuelvan hacia la Parroquia, a conocernos en Cristo, colaborar mutuamente; que hablemos, que nos comuniquemos, que nos encontremos en el mismo camino espiritual cuya raíz es nuestra misma Fe en Jesús Cristo.
Que el Señor nos conceda comprender la grandeza de nuestra vocación y misión cristiana y que el Espíritu Santo nos sostenga por su gracia para que nuestra Parroquia sea un ícono viviente de la Santísima Trinidad.
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