miércoles, 16 de marzo de 2011

Primer Domingo de Cuaresma: El Triunfo de la Ortodoxia


Éste primer domingo de la cuaresma, nuestra iglesia celebra el Triunfo de la Ortodoxia. Desde una perspectiva histórica, éste triunfo se refiere al regreso de los íconos a las iglesias que habían sido prohibidos en el año 726 d.C. por ciertos jerarcas de la iglesia erróneamente influenciados por el judaísmo y el naciente islam, formando el partido de los iconoclastas. Los iconoclastas confundían la veneración de los íconos con la idolatría y fue por eso que durante más de 100 años, los íconos fueron prohibidos y sacados de la vida litúrgica de nuestra iglesia.


Sin embargo, dicha confusión no duró mucho tiempo ya que los iconófilos lucharon por esclarecer dicha confusión, exponiendo primordialmente que dado que Jesucristo, la Madre de Dios y los Santos estuvieron de paso por éste mundo, el hombre los conoció y le es posible por lo tanto representarlos a través del arte. Esa representación artística de su santidad conocida también como iconografía (escritura de los íconos) o hagiografía (escritura o representación de lo sagrado) será una ventana a lo divino: cuando un fiel venera un ícono, es decir cuando se persigna ante él y lo besa, no estará venerando la pieza de arte en sí, el pedazo de madera, sino la divinidad que representa: Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, la Virgen María, o la Santidad de los Apóstoles y muchas más piedras de la Iglesia. La veneración de los íconos es el medio del cual nos valemos para adorar a Dios de acuerdo a nuestras características y limitaciones humanas. Los íconos son además enseñanzas doctrinales de la Iglesia a través del arte y la belleza.


Finalmente, la veneración de los íconos fue restablecida en la Iglesia y dicha enseñanza quedó plasmada en el Séptimo Concilio Ecuménico del año 787 d.C. Es por eso que a partir del año 843, la Iglesia estableció el primer domingo de la cuaresma como el Domingo del Triunfo de la Ortodoxia.


Empero, la celebración del Triunfo de la Ortodoxia no se refiere exclusivamente a éste acontecimiento histórico. Se refiere también a ese Triunfo que vive nuestra Fe a cada momento. Significa el Triunfo de la enseñanza correcta sobre cualquier tipo de “interpretación” o confusión en nuestro espacio preciso. Éste domingo en particular, celebramos el triunfo último de la Verdad sobre la mentira, de la Luz sobre la obscuridad; festejamos la victoria de la adoración correcta a Dios sobre el culto erróneo a Él.


Nuestra época se caracteriza por una inhabilidad de trazar una línea clara entre el bien y el mal, lo cual nos lleva a un sinfín de confusiones. Éstas confusiones se presentan como algo bueno para nuestras almas, sin embargo en el fondo son un artimaña del maligno para alejarnos de Dios y de su Amor. ¿En qué consisten precisamente éstas confusiones? Mencionemos simplemente a grupos como Heaven’s Gate que cometieron suicidio colectivo en “adoración” a Dios. La confusión de nuestros tiempos no siempre es tan elaborada; también sucede en pequeños acontecimientos por ejemplo que al asesinato de bebés no natos se le llame opción a decidir; que al amor se le confunda con la lujuria y que a la homosexualidad se le conozca como estilo de vida alternativo, tan sólo por nombrar algunos.


La verdad es única y universal. Nuestra verdad es una verdad que vive y que triunfa en cada momento de nuestras vidas; es la misma manifestación eterna del amor divino hacia la humanidad. Pidamos a Dios que nos conceda vivir una vida correcta y libre de confusión en Él. Oremos para vivir triunfando en verdad y rectitud. Que nuestras vidas sean un ejemplo de Ortodoxia, de esa adoración correcta a Dios siendo piedras vivas de su iglesia.

viernes, 11 de marzo de 2011

CONSEJOS PARA UNA MISIÓN ORTODOXA NACIENTE

San Pablo Apóstol



En estos tiempos difíciles, se requiere de mucha labor para poder cosechar los frutos de una misión ortodoxa. Es por eso que debemos poner nuestros 5 sentidos al momento de hacer misión, dado que hay errores que pueden ser irreparables y que nos pueden conducir a perder todo el trabajo de años. Con el fin de que aquellas personas que se encuentren haciendo misión en la Fe Ortodoxa no cometan nuestros mismos errores, he creado una lista de puntos que si los hubiera sabido antes, hubiera sido muy benéfico para el trabajo misionero que hoy hacemos en Torreón.


Aquí están los puntos a los que me refiero:


1.- Antes que cualquier otra cosa, asegúrense de establecer en la práctica una celebración litúrgica o servicio y que éste sea constante. Una vez al mes, cada dos meses o cada tres; no importa, lo primordial es que sea constante y los miembros de la misión así lo perciban. Obviamente entre más cercano sea el intervalo mejor: una vez al mes o en casos una vez cada dos meses, dependiendo de las actividades de los miembros de la misión, será lo más adecuado. La presencia de un sacerdote es muy importante mas no indispensable. La misión puede continuar con sus celebraciones y recibir a un sacerdote una vez al año para que los miembros se confiesen. Existen comunidades ortodoxas en donde reciben la visita de su sacerdote dos veces al año y esto no es ningún impedimento para el crecimiento de dicha misión: celebrando los bautizos y crismaciones cuando viene el sacerdote.



2.- Por ningún motivo se precipiten en realizar papeleos ni trabajos administrativos de ningún tipo: el día que se tenga que cumplir con ciertos trámites, será porque se hará necesario acreditar lo que existe en la realidad y nada más. No cedan ante empujes de nadie para crear asociaciones, reconocer la personalidad jurídica de la misión, hacer documentos o firmar papeles. Será hasta el momento en que dicha misión se consolide y sea reconocida como tal ante los ojos de los miembros pero también de la sociedad en general en que se deba realizar ese papeleo, y sólo cuando la misión esté lista para convertirse en parroquia. Una parroquia representa al menos 25 familias. OJO: Las misiones que se precipitan en realizar trabajos administrativos de papeleo antes de tiempo, corren el riesgo de dejar de practicar la verdadera ortodoxia y terminar en una burocracia y administración organizativa religiosa. ¡MUCHO CUIDADO! La finalidad de la misión es nuestro crecimiento espiritual y la salvación de nuestras almas, no los “aseguramientos” legales que tal o cual jurisdicción pueda realizar. Nunca cedan ante presiones de nadie y de ningún tipo. El día que haya que reconocer lo que la realidad nos presente, entonces se tomarán cartas en el asunto; antes nunca.





3.- Si la misión cuenta con la visita de un sacerdote para administrar los misterios (las veces que sean al año: una o varias), procuren que sea siempre el mismo. Si la misión no está del todo conforme o a gusto con ese sacerdote u obispo, se vale invitar sacerdotes de otras jurisdicciones/tradiciones, hasta que encuentren a ese alguien cuyo perfil empata y se identifica plenamente con la comunidad. Sin embargo, una vez que ya se haya invitado a ese sacerdote en repetidas ocasiones, la misión debe procurar seguir con ese mismo. Por el otro lado, si no hay una razón grave y que sea de peso para alejarse de un sacerdote o jurisdicción, yo recomiendo que la misión siga trabajando con ese sacerdote o jurisdicción. La creación de una misión es un aprendizaje en muchas maneras. Muchas veces ese aprendizaje se refiere a ser pacientes y condescendientes con las faltas y errores de los demás sin solaparlos; sino dándonos cuenta de lo débil que es el ser humano y de lo constructivo que es el amor en Cristo que puede sanar cualquier alma y curar cualquier deformidad que en ella se encuentre.





4.- En caso que sea necesaria cualquier tipo de actividad que no se relacione específicamente con las celebraciones eclesiásticas (la renta o préstamo de un inmueble, la compra de material o mobiliario para la misión, gastos, y demás) sean lo suficientemente precavidos y tomen tiempo para escribirlo en papel. Cualquier acuerdo que la misión tome háganlo por escrito y fírmenlo entre los interesados. En una misión las cosas las hacemos de buena voluntad, pero nunca sabemos los giros que puedan tener nuestras personalidades: los humanos somos algo bastante complicado, un día podemos desear algo con mucho anhelo y al otro día cambiar de opinión. Además, el espíritu maligno puede atacar al mejor de entre nosotros.





5.- La misión debe siempre procurar establecer lazos amistosos y de familiaridad entre sus miembros de una manera natural. La amistad de los unos con los otros deberá prevalecer ante todo. El templo es la extensión de nuestros hogares. No sólo buscamos sentirnos orgullosos por tener una capilla ortodoxa a la cual ir a rezar los domingos, sino tener amigos para la eternidad. Alguna situación difícil puede llegar a nuestras vidas y aunque podemos encontrar muchos sabios consejos de muchas personas, siempre es bueno contar con el consejo de alguien que comparte nuestra Fe.





6.- La misión debe tener a una sola persona encargada para todo lo litúrgico y de catequesis. Sólo en caso de que la misión esté por convertirse en parroquia (más de 25 familias), requerirá de dos o más personas. Esto no es algo que yo saco de un libro, sino mi experiencia propia. Si bien es bueno involucrar a todos los integrantes de una misión en las labores administrativas (tesorería, organización de eventos, transporte de los sacerdotes, etc.) siempre habrá uno que: (1) se interesará más por toda la cuestión litúrgica (posible vocación al sacerdocio) y (2) que por su modo de vida y experiencias sea el más indicado para ese papel. MUY IMPORTANTE: Ser el encargado litúrgico y de catequesis es una gran responsabilidad. Por eso, al momento de aceptar ese cargo tenemos que seguir pase lo que pase. Un vacío de presencia de un papel como éste puede ser muy pernicioso para la misión y tener inclusive consecuencias desastrosas e irreversibles.





Estos puntos anteriores son algunos elementos que considero como principales para el desarrollo de una misión ortodoxa en nuestros días, en base a mi propia experiencia. De ninguna manera pretendo que sean una especie de guía para ninguna misión, pero considerarlos les podrá ser de gran ayuda. Tengamos siempre en cuenta que las misiones son agrupaciones vivas y que cada una de ellas es única y especial: sólo sus miembros (con la ayuda espiritual de un sacerdote comprometido) saben lo que mejor le conviene para su desarrollo.